Por Profsra.Carmen Goimil Peluffo
crgoimil@gmail.com
Carmen Goimil nació en San José, Uruguay en 1966. Es Profesora de Literatura, egresada del Instituto de Profesores Artigas (I. P. A.) y actualmente se encuentra en el grado 5 del Escalafón Docente. Integró Tribunales de Concurso por Efectividad en Literatura en el año 2004, y fue Jurado en el segundo y tercer Concurso Infantil de Cuentos en San José en 2003 y 2004. Actualmente es docente de Bachillerato Diversificado y de Primer Ciclo en su ciudad natal. También trabaja en Docencia Indirecta (Adscripción) en el Liceo Nº 2 , Prof. Héctor Almada.
Ángeles Mastretta es una escritora mexicana nacida en Puebla en 1949. Publica su primer obra en 1985, “Arráncame la vida”, con la que obtuvo el Premio Mazatlán en México e inmediatamente se convierte en un éxito literario. Su obra se traduce a once idiomas. Este es su primer libro de cuentos publicado en 1990 y ha sido muy bien aceptado por el público.
“Mujeres de ojos grandes” lo conforman una serie de relatos cortos, cuyo título es muy sugestivo, ya que las protagonistas son todas mujeres subyugadas, eclipsadas por hombres dominantes, machistas, que hacen valer su posición en la sociedad. No obstante, estas mujeres, de una forma u otra, resultan finalmente protagonistas y vencedoras ante la opresión masculina, mostrando una personalidad vigorosa y mucho más fuerte de lo que se podría suponer; tienen un espíritu fáustico y cuando se proponen un objetivo nada las detiene. Ésta es una alusión directa con el título que sugiere la riqueza interior de estas almas femeninas. Uno de estos relatos llama la atención porque comienza abruptamente involucrando al ingenuo lector:
“Hubo una tía nuestra, fiel como no lo ha sido ninguna otra mujer”
La primer característica de la protagonista femenina es su fidelidad y la idealización amatoria, la superioridad frente al resto de las mujeres. Nos ubica espacialmente en Puebla y recién al finalizar el párrafo tenemos el nombre que la identifica: “Tía Valeria”
Irradiaba paz en su transitar, y surge otra característica: “echaba la cabeza para atrás y suspiraba”. Gesto aparentemente anodino que cobrará real significado al finalizar el cuento. La opinión de las demás mujeres es importante: “La creían medio loca. No entendían cómo iba por la vida, tan encantada, hablando siempre bien de su marido”
Se reconoce el humor en la escritora, así como también el desengaño, la frustración latente en los corazones femeninos.
La descripción del marido es muy singular y no podemos perder de vista que la narradora es femenina: “Era un hombre común y corriente, con sus imprescindibles ataques de mal humor, con su necesario desprecio por la comida del día, con su ingrata certidumbre de que la mejor hora para querer era la que a él se le antojara, con sus euforias matutinas y sus ausencias nocturnas, con su perfecto discurso y su prudentísima distancia sobre lo que son y deben ser los hijos.”
Apreciamos el machismo, y el juego de contrastes empleados: son “imprescindibles ataques de mal humor”, “necesario desprecio”, “euforias matutinas y ausencias nocturnas”. Mediante este juego de opuestos se plasma la preponderancia masculina, el agobio machista, el hombre dominando la elección del momento del sexo con total egoísmo e individualismo. La distancia con los hijos, ya que son las madres las que se encargan de la crianza, educación y afecto de ellos.
Vuelve el humor al afirmar: “Un marido como cualquiera”. El estilo sentencioso muestra la afirmación categórica de la forma de ser del marido y la igualdad entre los hombres. El párrafo finaliza con la conclusión del pensamiento de las demás personas: “Por eso parecía inaudita la condición de perpetua enamorada que se desprendía de los ojos y la sonrisa de la tía Valeria”. Importa ver y destacar la precisión de los adjetivos en la autora.
En el cuento aparece otro personaje femenino que contrasta por su actividad incesante. Se la presenta en oposición a la tía Valeria: “Cada semana cambiaba de actividad dejando en todas la misma pasión desenfrenada que los grandes hombres gastan en una sola tarea”...”y enamorarse con toda obviedad de tres señores ajenos cada lunes”. Gertrudis no sólo es mujer de acción sino también apasionada. No entiende cómo no se aburre con el mismo hombre y agrega:
“ a veces creo que tienes un amante secreto lleno de audacias”
Lomanifiesta casi sin interés, continuando con su tarea y sin darse cuenta que allí estaba la clave de su secreto. Ante esta afirmación la tía Valeria rió en forma “clara y desafiante” agregando: “tengo uno cada noche”.
Gertrudis continúa en su actividad y habla mediante diálogos extensos contrastando con la tía Valeria que da respuestas breves. Le parece una locura ya que no hay tantos hombres disponibles.
“En mi pura cabeza” Afirmó la tía Valeria, echándola hacia atrás en un gesto tan suyo” que luego Gertrudis descubrirá como algo más que un hábito raro. En su explicación devela el secreto muy bien guardado:
“Nada más cierras los ojos- dijo sin abrirlos- y haces de tu marido lo que más te apetezca: Pedro Armendáriz o Humphrey Bogart, Manolete o el Gobernador, el marido de tu mejor amiga o el mejor amigo de tu marido, el marchante que vende las calabacitas o el millonario protector de un asilo de ancianos. A quien tú quieras, para quererlo de distinto modo. Y no te aburres nunca”.
El secreto de la fidelidad exterior radica en el poder de la imaginación, de la mente, no en las manos ni en el cuerpo como en la prima Gertrudis. Surge un cambio en la concepción: de mujer dominada pasa a ser dominante. Tenemos una personalidad muy fuerte, vigorosa, que se transforma en un ser diferente, opuesto al apacible y pasivo devenir existencial.
Reconoce que puede haber dificultades: “El único riesgo es que al final se te noten las nubes en la cara.” El problema mayor sería confundir el mundo de ficción, de ensoñación con el de la realidad. Pero también para ello tiene remedio:
“Las espantas con las manos y vuelves a besar a tu marido que seguro te quiere como si fueras Ninón Sevilla o Greta Garbo”.
Finaliza la narración con la muerte de la tía Valeria: “Dicen que así hizo siempre la tía Valeria y que por eso vivió a gusto muchos años. Lo cierto es que se murió mientras dormía.” Es una muerte serena, al igual que lo fue el curso de su vida, y con el gesto que la caracterizó: “con la cabeza echada hacia atrás” y acompañada del autógrafo de Agustín Lara, creador de boleros, representante de la música mexicana con quien habrá soñado su última noche.
Fuente : http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/Carmen_Goimil_Mastretta.asp
lunes, 5 de enero de 2009
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